Skip to main content

La decoración tiene su punto de partida en dos factores esenciales, belleza y función. Una y otra se coordinan y deben estar de acuerdo para conseguir ambientes para vivir, trabajar o pasar ratos de ocio.

El color es uno de los recursos más importantes que el decorador tiene al alcance de la mano. La influencia del color en el estado anímico del individuo, y en consecuencia su estado físico, es un fenómeno comprobado. Un entorno adecuadamente coloreado puede rebajar estados de ánimo exaltados, subir el tono vital de los depresivos, favorece la concentración para el estudio y el trabajo , reducir el riesgo de accidentes laborales. El color también aporta a las estancias un carácter distendido, elegante, severo, estimulante.

Repercusión en los tonos de un ambiente decorado. 

Es fundamental que el decorador conozca este comportamiento del color ya que cuando se escoge una tapicería, no se está viendo con el color que mostrará colocada en su lugar definitivo. 

¿De qué depende la alteración de los colores? Es evidente que depende de la proporción de las masas. 

IMAGEN

En el caso del dúo sofá – pared, la superficie pintada tiene una extensión notablemente superior a la de la superficie tapizada: la influencia del color de la pared sobre el sofá será fuerte, pero la del sofá sobre la pared quedará mucho más diluida, serán menos apreciable. 

Estos efectos  son fundamentales  a la hora de colocar  los cuadros en las paredes . El tono de la pared en el que se apoyan , si no es

elegido correctamente, falseará los colores originales de las pinturas llegando incluso a desvirtuarlas. 

Colores fríos y cálidos.

El diámetro que pasa entre el rojo púrpura y el verde-amarillo divide el círculo cromático en dos semicírculos que separan respectivamente
los colores cálidos y los colores fríos. Se les llama así en virtud de una sensación sub-objetiva del observador, que define como cálidos los colores que tienden hacia el rojo y fríos los que tienden al azul. IMAGEN. 

Así serán cálidos: rojo púrpura, rojo, rojo anaranjado, anaranjado, amarillo naranja, amarillo y amarillo verde. 

Son fríos: violeta púrpura, violeta, azul violeta, verde azulado, desde y verde amarillento.

Los colores cálidos irradian, parecen salir de la superficie a las que han sido aplicados, se conocen como positivos. 

Los fríos por el contrario, parecen alejarse de la vista y se conocen por negativos. 

Son colores medios, neutros, estáticos, los que se acercan al verde y púrpura.

Por lo que respecta a la relación entre colores y ambientes a decorar, recordemos que en un ambiente con colores fríos tiende a reducir el tamaño de los objetos, mientras que tratado con colores cálidos, por el contrario parecen agrandarlos.

Las dimensiones del color 

Así como los objetos tienen tres dimensiones, ancho, largo y profundidad, el color también se le pueden asignar otras tres: matriz, saturación y valor tonal. 

Matiz : cada una de las variantes o gradaciones que puede recibir un  color   sin  llegar    a confundirse      con  otro  distinto   , lo que popularmente se denomina “color”.

Así hablamos de color verde, color rojo, color mostaza, color amarillo, color rosa palo… 

La saturación : es el grado de tinte o potencia de un color: cuando un color tiene una máxima pureza cromática se dice que está saturado. Un color poco saturado da la sensación de “ desvaído”, de “apagado ”. Los colores del arco iris, por ejemplo, son colores con un grado de saturación elevado. 

El valor o luminosidad . Da una idea de la claridad u oscuridad de un matiz . Es fácil comprender este concepto si imaginamos una pintura, por ejemplo azul, a la que añadimos pintura blanca o pintura negra en distintas proporciones. Sigue siendo azul pero de valor más

alto sí se añaden blanco o de valor más bajos si se le añade negro.

Dimensiones del color y decoración

Aquí tenemos otro de los aspectos del color que debe dominar un decorador. El efecto que crea un ambiente decorado, desde el punto de vista cromático, depende directamente de las dimensiones del color. 

Los colores saturados, cualquiera que sea su luminosidad, son colores muy dominantes, que pueden crear sensaciones de agobio sí se utilizan en grandes superficies. Imaginemos un salón cuyas paredes estén pintadas con un luminoso color amarillo muy saturado… Puede resultar un ambiente tan agresivo como si se hubiera utilizado un color rojo. 

Como norma general, debemos evitar los tonos intensos o muy saturados sobre grandes superficies, y limitarlos a unos toques contrastantes. Los colores luminosos son una apuesta segura como color predominante, siempre que no sean de gran potencia. 

Constituyen un fondo excelente para tapicerías, muebles y complementos a lo que no restan importancia. Hay que recalcar que las indicaciones que estamos dando son de carácter general. El interiorista no puede olvidar que los gustos de sus clientes son determinantes al abordar un proyecto de decoración, y que debe dedicar mucho tiempo a conocerlos en profundidad.

Armonías de color

La selección de los colores para una habitación puede parecer, en un principio, algo complicado. Hay unas normas básicas que nos van a permitir trabajar de forma segura.

Pueden conseguir resultados excelentes trabajando con sólo cuatro colores, asignándoles una importancia de acuerdo con la superficie que ocupen. 

Con este criterio, el color principal sería el que ocupa la mayor extensión, generalmente las paredes, y el de menos importancia el utilizado en pequeños toques (motivos de la tapicería o de la alfombra, algún cojín, ribete…). 

Con este punto de partida, ¿cómo seleccionar los colores para que el conjunto resulte armonioso? 

Empezaremos determinando el tono general, atendiendo a la orientación geográfica y el tipo de actividad que esté previsto realizar. De esta forma, podemos decidir si vamos a jugar con la gama de verdes, de rojos, de tostados… Y a partir de aquí ya se pueden seleccionar los tonos concretos. 

Pero decidirse por una gama determinada no significa que haya qué limitarse a los tonos de esa gama, sino que va a ser la dominante. 

Veamos cuáles son las armonías que habitualmente maneja un decorador.

Armonías monocromáticas

Se forman con un solo color en tonos claros, medios y oscuros.

Son agradables en esquemas de pequeña extensión, para estancias más grandes puedan resultar excesivamente monótonas, aunque siempre cabe animarnos con algún detalle que contraste, plantas naturales, una alfombra, enmarcado de cuadros, cojines.

Esta armonía puede ser tanto de la gama del los colores fríos (verde o azul) o de los cálidos , como los colores naturales , que pueden ir desde el beige hasta en los tostados más oscuros. 

Las armonías monocromáticas son fáciles de utilizar. Posiblemente sea el tipo de composición con menos riesgo de errores.

Armonía de análogos

Si imaginamos que el círculo cromático podemos cortarlo en tres partes iguales , como sin fuera un queso, los colores de cada una de esas partes está formada por colores con algo en común.

Como color principal debe escogerse uno que no esté en los extremos,

para que el contraste no sea excesivo.

Esta forma de selección garantiza que los colores escogidos siempre tendrán algo en común.

Armonías de afines

Los colores que son afines entre sí por un color común o por estar dentro de una misma familia será siempre armónico . La relación de unos colores que tengan uno de ellos como denominador común , se establece por la mayor o menor presencia de un tono en todos los

colores. Así, si el color clave es el rojo, sus afines serán todos los que

tengan rojo en su composición , naranjas , rosados , azules mas o menos rojizos. … 

No debe confundirse con la armonía de análogos. Los colores afines se pueden obtener a partir de colores alejados en el círculo cromático.

Armonía de complementarios

Las armonías contrastadas o de oposición se basan en los complementarios. Estas armonías sólo deben utilizarse cuando se quiera expresar un contraste violento, contraste que se puede suavizar de varias formas. 

La primera forma es no utilizar realmente el complementario, sino uno próximo a él. Veamos un par de ejemplos. 

El primero sería la fuerte oposición entre un azul cian y el rojo quedaría atenuada oponiendo hacia un color próximo al rojo, sea un rojo naranja, o sea un rojo rosado. 

O bien combinándolo el rojo no con cian, sino con un cian verdoso o bien con un cian más oscuro. 

Otra forma de suavizar el contraste es imponer entre ambos complementarios un tercer color. Este color puede ser un color de transición, entendiendo por tal un color que en el círculo cromático está situado entre ambos. 

Otra forma de disminuir el contraste es reducir la superficie que ocupa uno de los dos colores, o bien separarlos mediante un color neutro, un gris, un tono tierra… 

El segundo ejemplo con dos colores complementarios: el azul y el amarillo. Al azul se le puede poner un color próximo amarillo (amarillo verdoso o amarillo con un tinte naranja), o bien sustituir el azul primario

por un azul un poco más claro (desplazamiento el cian en el círculo cromático ) o por uno mas rojizo . También se puede intercalar entre el azul y el amarillo un color de transición o bien un gris o un neutro.

Armonías de temperatura

En la decoración de un ambiente también se puede optar por una armonía de colores que tengan en común el rasgo frío / cálido. 

Los colores cálidos ocupan medio círculo cromático, y los fríos la otra mitad. Recordaremos que son cálidos los colores amarillos y rojizos y fríos los verdes y los azules. Las armonías de colores cálidos resultan estimulantes, las de los colores fríos son relajantes. 

No obstante, también hay gradaciones. Un azul puede tener una componente rojiza, y en consecuencia tener un azul “menos frío”, lo mismo que un amarillo puede enfriarse sí tiene un matiz verdoso.

Una vez seleccionada una de estas armonías, se puede introducir pequeños contrastes con toques de color de diferente temperatura unas notas aisladas de colores fríos en pequeños detalles pueden equilibrar un ambiente decorado con un esquema de colores cálidos y viceversa.

 

Leave a Reply